Sunday, December 29, 2019
SOBRE EL DÍA DE LOS INOCENTES. Por Pepe Pelayo
En la Antigua Roma a la risa
se la invocaba mediante fiestas auspiciadas por el Estado. Una de ellas fue la
“Hilaria” (alegría) que se celebraba cada 25 de
marzo para festejar el equinoccio de primavera, y se caracterizaba por los
juegos y bromas, De ahí que la palabra hilaridad sea, en castellano, sinónimo
de risa y algazara.
Actualmente tenemos el Día de la Risa, el Día del
Humorista, etc. Pero uno de las más antiguas festividades en esta temática, es
el Día de los Inocentes que se celebra el 28 de diciembre.
¿De dónde salió eso? Pues la Iglesia Católica
escogió esa fecha para conmemorar la matanza de los niños menores de dos años nacidos
en Belén (Judea), ordenada por el rey Herodes I el Grande, con el fin de
deshacerse del recién nacido Jesús de Nazaret. Esa anécdota la cuenta el
evangelista Mateo en el Nuevo Testamento.
¿Pero cómo se puede celebrar con bromas, chistes y
risas un hecho tan cruel? Cosas de los curas, dirán algunos.
Pues unos cuantos lo explican diciendo que en la
Edad Media, la celebración se fue fusionando con un rito pagano conocido como
la "fiesta de los locos" y que era celebrado en los días comprendidos
entre Navidad y Año Nuevo.
La fiesta se llamaba “Obispo de los locos” en
España; “Episcopus puerorum” y “Abbas stultorum” en Francia; “Obispo dei pazzi”
en Venecia; “Boy bishop” en Inglaterra, y así, según cada país.
Aunque sólo en España habría terminado asociada a
las inocentadas que celebramos el 28 del presente (y en toda Hispanoamérica,
obvio), mientras que en el resto de los países europeos la tradición se celebra
el primer día de abril, por relacionarla con la llegada de la primavera.
La conmemoración del Día de los Santos Inocentes se expandió a casi todo el mundo. En varias regiones las personas suelen disfrazarse, hacer danzas tradicionales y también hacer bromas a la gente que estén más descuidados, pocos atentos a la celebración, o son tontos graves que no ríen nunca.
La conmemoración del Día de los Santos Inocentes se expandió a casi todo el mundo. En varias regiones las personas suelen disfrazarse, hacer danzas tradicionales y también hacer bromas a la gente que estén más descuidados, pocos atentos a la celebración, o son tontos graves que no ríen nunca.
A continuación, un ejemplo
de broma para este Día. La saqué del libro de Betán y mío “En las garras de Los
Mataperros”. La escena trascurre en Varadero, Cuba y la protagonizan Ricky, un
niño chileno-cubano y su primo, el joven chileno Dante.
El libro pertenece a la saga
de historias de esos dos personajes, como también “El chupacabras de Pirque” y
“El hombre lobo de Quilicura”.
Aquí va:
-¡Dante! –gritó Ricky,
acercándose a su primo-. ¿Quieres tomar algo?
-¡Oye, sí! –respondió el
joven-. Me tomaría un vaso de jugo bien helado.
-¡Yo te lo traigo! ¡Espérame
aquí!
El chiquillo fue hasta la
barra de la cafetería y regresó con un vaso de jugo sobre un plato.
-Gracias, primo.
Dante tomó el plato con su
mano izquierda y con la otra bebió del vaso.
-Tienes una cosita pegada en
la frente –le dijo Ricky, mientras le quitaba el plato de su mano.
Dante, con su mano izquierda
libre, se la pasó por la frente.
-Se corrió para la mejilla
–añadió el niño.
El joven obedeció y se pasó
la mano por esa parte de su cara.
-Ahora la tienes en la punta
de la nariz.
De nuevo el intento de la
mano de Dante para quitarse aquello.
-Debajo del labio.
-¡Ya basta, Ricky! ¡Que se
quede ahí!
-Bueno…
Dante devolvió el vaso a su
primo y siguió trotando.
Al poco rato, el joven llegó
muy preocupado donde Ricky, que disfrutaba de la sombra de su palmera.
-¡Oye! ¡Hay algo raro en el
ambiente!
-¿Qué sucede?
-¡Todos los que pasan por mi
lado se quedan mirándome! –explicó Dante-. ¡Me miran y se ríen!
-¡Qué extraño!
-¡Mírame, Ricky! ¿No ves
nada raro?
-Puede ser, pero mírate tú
mismo en el espejo de la cafetería.
-Bueno…
El joven se dirigió al
local. Ricky lo siguió con la vista y no pudo aguantar una explosión de risa
cuando su primo se vio la cara manchada de negro.
El niño le había pedido al
barman que le humeara el plato por debajo, así cuando Dante lo sostuvo, su mano
se tiznó y él mismo, al quitarse “la cosita” por toda la cara, se había
convertido en un ridículo guerrero apache, motivo por el cual la gente lo
miraba y reía.
De lejos Dante amenazó a su
primo con el puño y fue a asearse al baño.
-¡Inocente! –le gritó
Ricky-. ¡Es el día de los inocentes!