Sunday, October 30, 2022

Cronicas - PUNTADAS INALÁMBRICAS: Miedo y risa en el Día de Muertos por Siro Lopez (Voz de Galicia)


 Teólogos , filósofos y otros estudiosos del alma humana nos han estado diciendo durante siglos que el miedo a la muerte se puede superar con fe religiosa y humor, pero no les creo. Por lo que he observado, los que temen el último trance y la muerte eterna no pierden el miedo a morir por mucho que recen y por mucho que se rían. Parece, sí, que no es poco; pero nada que ver con la santa poeta que murió porque no murió; ni con el legionario que saca pecho, se declara "el novio de la muerte" y se va a unir en fuerte vínculo con tan leal compañero.

            Los gallegos tienen varios trucos para intentar quitarse el miedo al momento del tránsito, al que llaman "passamento", un eufemismo tan bonito que dicho en voz parece que ese "pasar" casi no es morir; citarlo con expresiones graciosas o groseras para restarle importancia: estirar la pata, jadear, volverse loco o -lo más surrealista- ir a salvar las gallinas del cura. También tenemos cantos en los que el vino alegra el corazón de los muertos y brindamos por su salud en las tascas cercanas a los cementerios. Y están los picantes cuentos de tradición oral, que antaño alegraban los velatorios; y las del autor, dignas de figurar en la antología más exigente del humor macabro. De estos, el titulado Encol da morte de Bieito me sigue inquietando como cuando lo leí por primera vez., de Rafael Dieste, en el que uno de los cuatro portadores de un féretro siente un golpe dentro de la caja y le entran dudas: ¿lo sintió o lo pensó? Piensa en gritar que Benedict está vivo y conviértete en un héroe; pero ¿y si la sospecha resulta ser falsa? Y por miedo al ridículo se calla y vivirá siempre con remordimientos. Bueno, en los años cuarenta, mi amigo Moisés estaba sirviendo en la marina y un día que navegaban en alta mar y él y otros compañeros estaban limpiando las cubiertas, escuchó un ruido, como si alguien hubiera caído al agua, pero no vio nada. Y tenía las mismas dudas que aquel portador del ataúd de Benedicto. También pensó en convertirse en el centro de toda gratitud si alguien caía por la borda. Pero, ¿y si tras dar la alarma su sospecha resultara ser falsa? Haría el ridículo y sería un tonto, un tonto con todos mis colegas. Moisés, como el portador del cuento de Dieste, callaba de miedo. Y cuando más ansioso se sentía, llegó un marinero andaluz -sí, andaluz, para hacer más interesante la historia- que no conocía el miedo de mi amigo, sin ver ni oír nada, gritó:"¡Hombre en el agua!" . Y así se salvó un joven más afortunado que el pobre Bieito.

            Se lo dije a Rafael Dieste en el homenaje que le rendimos en Ferrol, en 1979.


Lançamento do livro «O Animal Político - Zoomorfismos na sátira gráfica» de Osvaldo Macedo de Sousa e inauguração da exposição na Escola D. Pedro de Penela (Setembro 2022)







 


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