Thursday, February 22, 2018
Muere Forges, genial dibujante de medio siglo de historia de España El humorista gráfico, colaborador de EL PAÍS desde 1995, tenía 76 años por BERNARDO MARÍN
Antonio Fraguas era Forges, totalmente Forges
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Antonio Fraguas de
Pablo, más conocido como Forges, el humorista gráfico que mejor ha retratado el último medio siglo de la
historia de España, ha fallecido en la madrugada de este jueves en Madrid
víctima de un cáncer de páncreas, según han confirmado fuentes de su familia.
Tenía 76 años. Sus restos serán velados en el Tanatorio de la M-30 de Madrid,
sala 28, a partir de las 12.00 de este jueves.
Desde sus
inicios en el diario Pueblo, en 1964, a sus últimas
viñetas en EL PAÍS -periódico
en el que publicó ininterrumpidamente los últimos 23 años- plasmó con ternura e
ironía la evolución de una sociedad que pasó del desarrollismo franquista de
sus primeros dibujos al mundo hipertecnológico de su última etapa. Creó
personajes inolvidables como el matrimonio formado por Concha y Mariano,
Romerales o sus obstinados náufragos. Y también fue un inventor de una jerga
propia, algunos de cuyos términos, como "muslamen" o
"bocata", saltaron de sus dibujos al lenguaje de la calle y fueron recogidos
después por el diccionario de la Real Academia.
Forges nació
en Madrid el 17 de enero de 1942. Fue el segundo de una familia de nueve
hermanos. A los 14 años empezó a trabajar en Televisión Española, donde comenzó
a dibujar. En 1964 publicó su primera viñeta en la prensa, en Pueblo,
invitado por el entonces jefe del diario Jesús de la Serna, quien lo había
conocido a través de Jesús Hermida. Después colaboró en Informaciones,
en Diez Minutos, en las principales revistas satíricas que nacieron
con la Transición -Hermano Lobo, El Jueves y Por Favor-,
en Diario 16 y en El Mundo.
El
25 de junio de 1995 empezó a publicar en las páginas de Opinión de EL PAÍS, en las que se han mantenido hasta la fecha. En una
entrevista de Ignacio Carrión con
motivo de su debut en el diario, Forges se definió como medio gallego y medio
catalán, nacido por accidente en Madrid, y del Athletic de Bilbao. “Somos un
conjunto de pueblos bocazas. La cuenca mediterránea se distingue por eso. Somos
ruidosos, charlatanes, largones, chamulleros y farfulladores. La fuerza se nos
va por la boca por mucho que hinchemos las narices”, añadió. Su primera viñeta
en este periódico recogía un diálogo entre dos blasillos, otro de sus
personajes más populares. “¿Y cómo saludamos?”. “Pues nada: simplemente decimos
buenos días”. “Ni hablar, si decimos eso nos van a acusar de manipuladores”.
“Cielos, es cierto”.
Los
personajes forgianos y las
temáticas de sus viñetas se fueron adaptando a los cambios en la sociedad
española. Cosma y Blasa, las mujeres de pueblo que hace unas décadas
desgranaban los misterios del rosario, se quejaban ahora de que se les
había esforciado el wifi. El diminuto Mariano,
pendiente de la maciza de turno, y la enorme Concha se transformaron en una
pareja más equilibrada. Ella adelgazó y se aficionó a los libros, mientras su
marido, que se afeitó el bigote, seguía obsesionado con los partidos de fútbol.
Durante la Transición Forges arremetía en sus dibujos contra los sectores
nostálgicos que trataban de que nada cambiara, lo que entonces se llamaba El
Bunker. Después abrazó otras causas sociales: la crítica a la precariedad
laboral, la oposición a la guerra de Irak, la defensa de la igualdad de las
mujeres o su célebre campaña para que los lectores no olvidaran las víctimas
del terremoto de Haití.
Además de sus
viñetas en los periódicos, Forges fue autor
de numerosos libros. El primero
de ellos se publicó en 1972 con el título El libro de Forges.
Elaboró una ingeniosa historia de España en viñetas, Historia de aquí.
Dirigió dos películas y varias series de humor para la televisión. Escribió una
novela, Doce de Babilonia. Y recibió múltiples premios y
distinciones, como la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo en 2007, el Premio
Nacional de Periodismo, el Premio Latinoamericano de Humor Gráfico Quevedos en
2014 y el
doctorado honoris causa en
las universidades Miguel Hernández de Elche y Alcalá de Henares. En 2014 se
imprimió una colección de sellos con sus viñetas.
En los últimos
años Forges abrazó con entusiasmo Internet y las redes sociales. Era el
colaborador de EL PAÍS con más seguidores en Twitter, más de medio millón. En
ocasiones llamaba al teléfono de la mesa digital del periódico para corregir
errores o hacer sugerencias. Sus comunicaciones siempre concluían con un cálido
"aquí un amigo".
En una
entrevista con motivo del 40 aniversario de EL PAÍS dejó claro su fe en el
progreso tecnológico. “Todas las generaciones nos creemos que somos
importantísimas para la inteligencia de la humanidad. Siempre tendemos a ver el
mundo desde nuestro punto de vista. Yo no me siento emigrado a una nueva
cultura, yo soy parte de esa nueva cultura. A mí la tecnología no me da miedo y
creo que es una de las ventajas que tenemos en la búsqueda de la libertad”.