Saturday, November 04, 2017
Dibujantes despedidos (http://www.jrmora.com/blog/2017/11/03/dibujantes-despedidos/)
A los dibujantes se les suele despedir por hacer lo mismo para lo que
fueron contratados, basta que la empresa decida dar un quiebro editorial para
mandarlos a la calle. Aunque habría que matizar que tampoco se puede llamar
despido como tal, porque la mayoría no tienen un contrato que se pueda
extinguir, por lo que sale muy gratis despacharlos.
No nos engañemos demasiado. Los que nos dedicamos a esto del garabato a
veces parecemos un club de plañideras, pero hasta las plañideras cobraban mejor
por los llantos.
Lo nuestro está más apretado. Seguimos buscando la risa/sonrisa/reflexión
aunque el panorama laboral sea un erial que amenaza a desierto.
Este año está siendo malo para los obreros de la viñeta.
Los dibujantes, igual que el resto de currantes de los medios, han tenido
que ir sobreviviendo bajo una lluvia de despidos y recortes. Las bajadas de
sueldo nos han precarizado aún más, si es que aún había margen para rascar.
En febrero de 2017, La Vanguardia prescindió de Miguel Gallardo y Josep Maria Rius i Ortigosa “Joma”, dibujantes que colaboraban desde
hace años en el diario. Sus colaboraciones fijas pasaron a ser esporádicas, a
capricho de las necesidades del periódico. Y ya sabemos como acaban estos ajustes. En diciembre de 2013 ya hubo otra tanda (captura) de despidos “de aquella manera”, por Whatsapp – (Captura)
Octubre empezó mal, se llevó
por delante a algunos más. Ernesto Rodera anunció el día 3 que esta era
su última viñeta por recortes, la colaboración no llegó a cumplir un año. Roderapublicó su primera viñeta
en CTXT el 10 de noviembre de 2016.
Última viñeta de Rodera en CTXT
Pocos después, el día 10 de
octubre, Ferran Martín contaba que República prescindía de sus viñetas tras casi cuatro años de relación y anunciaba (captura) que pasaba a ser #HumoristaDisponible
Última viñeta de Ferran Martín en República
El 31 de octubre, Eneko las
Heras contaba que el diario 20 Minutos le había comunicado
que prescindía de sus dibujos, que desconocía el motivo concreto y que
tampoco preguntó. También añadió que algunos dibujos (captura) ya no se habían publicado en papel durante las
últimas semanas.
Última viñeta de Eneko en 20 Minutos
Estos son sólo algunos de los tenemos noticias, bien porque son más
populares, tienen más visibilidad o alguien se preocupa por difundir su
situación, luego están los que se van cantando bajito y van perdiendo espacios
donde trabajar, pero no nos enteramos.
Lo que no contamos
Hemos normalizamos la precariedad, no sólo los dibujantes, todos. Nos han
ido colando el discursito ese del freelance autosuficiente y toda esa mierda
posmoderna de la cancamusa del emprendedor que puede trabajar en cualquier
sitio del mundo a golpe de clic y algunos han llegado a creer que iban a llover
longanizas de las gordas. Y si no consigues buenos encargos será siempre culpa
tuya. Algo te falta o te falla, no eres bueno o hay otro mejor.
La realidad es mucho menos romántica. La mayoría de los autores son/somos
autónomos sin más recursos e infraestructura que la mesa en casa y el lápiz.
Muchos de los que conozco necesitan currar para dos, tres o más cabeceras
para juntar algo que se parezca a un sueldo. Y cuando un cliente se cae suelen
quedarse en una situación cercana a la miseria. Algunos afortunados consiguen
conservar varias colaboraciones y pueden aliviar el hachazo con otras ñapas,
relacionadas o no con el viñeteo.
Pocos tienen un contrato, ni mercantil, que al menos les asegure cierto
compromiso en tiempo y los precios a la pieza han bajado hasta parecerse a
tarifas de hace 15 o 20 años. Otra lucha es la de la agonía del clic, ya
hay gente currando bajo la sombra amenazante del cumplimiento de objetivos de
tráfico.
Y el racaneo, el racaneo que no falte para seguir normalizando esa losa
interesada de que con la tripa vacía se crea mejor y la monserga de que hay que
promocionarse a base de regalar horas de trabajo para que se lucren cuatro
listos.
Es habitual recibir
propuestas de colaboración en las que el que hace la oferta está
convencido de que “colaboración” y “trabajar gratis” es la misma cosa, palabras gemelas e inseparables.
Eso sí, con imposición de periodicidad y todas las obligaciones que quiera
imaginar el medio que propone la colaboración. Así, ante la dificultad de
“meter cabeza” y encontrar hueco donde publicar, no son pocos los que aceptan
con la esperanza de que con el tiempo recibirán un pago decente “cuando la cosa
funcione”.
Ya no estoy seguro de si hay más dibujantes que medios donde currar o menos
vergüenza que ganas de tratar a los trabajadores con un mínimo de respeto.