Wednesday, October 12, 2016
PRIMERA EXPOSICIÓN SOBRE LA REVISTA “LA TRACA” - Cuando Franco era travesti: Valencia rescata 200 ejemplares de ‘La Traca’ por Carlos Garsán 6/10/2016 –
VALENCIA. “Hay en Valencia un periódico saladísimo escrito en chés que se titula La Traca […] Pues bien, al señor [José] Botella le escuece La Traca y, ¿cómo dirán ustedes que se ha rascado el picor? Pues imponiendo al colega una multa de 2.000 reales, sin decir por qué ni para qué”. La fama de la publicación valenciana subía como la espuma y, al mismo ritmo, subían sus problemas. Así se hacía eco el diario madrileño El Globo, en octubre de 1885, de las polémicas generadas desde la redacción del Semanari pa la chent de tro ya desde su primer número, publicado el 15 de noviembre de 1884. La revista, como su propio nombre indica, sacudió una sociedad necesitada de resistencia, un estruendo que dio paso al tenebroso silencio. Hasta ahora. El pueblo valenciano se hace mayor y, para celebrar su llegada a la edad adulta, recupera una publicación histórica y enterrada por la dictadura.
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La Universitat de València abrió ayer
las puertas, y los números, de la exposiciónRevista La Traca. La
transgresión como norma, que se puede ver hasta el próximo 15 de
enero en la Sala Estudi General del Centre Cultural La Nau. Comisariada por los
profesores Antonio Laguna y Francesc-Andreu Martínez, la muestra es la primera
dedicada a la revista, en la que se puede ver material inédito sobre la que fue
la publicación de mayor tirada de España, con en torno a medio millón de
ejemplares despachados en su época dorada. Para reunirlos todos, una colección
que está siendo digitalizada por el centro universitario, se ha ‘tirado’ de la
Biblioteca Valenciana, distintos archivos militares o la colección de Rafael
Solaz, un laborioso trabajo para restaurar “una memoria que nunca deberíamos
haber perdido”, explicó Laguna durante la presentación.
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"Es
nuestro Charlie Hebdo"
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Acompañados por el vicerrector de Cultura e Igualdad
de la Universitat de València, Antonio Ariño, la sensación era la de estar
dando un paso, no solo en el contexto expositivo y cultural, sino como
sociedad. “Es nuestro Charlie Hebdo”, aseveró el
profesor Francesc Martínez. Si el inicio de su andadura fue problemático, el
final fue trágico. Hablar de La Traca es también hablar de su propietario, el
editor Vicente Miguel Carceller, cuyo compromiso con la República le llevó a
ser asesinado por un pelotón de fusilamiento en el paredón de Paterna, en 1940.
“No fue delito de sangre, sino de pluma. Se fusiló la risa valenciana”,
aseveraron los comisarios, quienes aprovecharon la ocasión para implorar al
gobierno valenciano un homenaje como se merece.
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Destruidos en su mayor parte por el régimen
franquista, La Nau recoge una buena colección de portadas y números completos,
aquellos que han podido salvarse de un silencio impuesto a base de tiro.
Considerado injustamente como un género menor, la prensa festiva y popular se
convirtió en la voz de los que no tenían. Lo que parece un cliché es bien
cierto, pues el juego les llevó al límite, incluyendo representaciones
anticlericales y de alto contenido erótico. Todo eso desde finales del siglo
XIX y hasta el fin de la II República. El semanario se convirtió en “la versión satírica de El Pueblo”,
diario fundado por Vicente Blasco Ibáñez, la representación coloquial de un
movimiento que se tradujo a la ciudadanía de a pie con el uso de un valenciano
que se mezclaba con el castellano, un esfuerzo consciente por dirigirse de tú a
tú al lector. Ese fue su éxito, traduciéndose en tiradas que lo han convertido
en una de las publicaciones más fuertes de la historia del país.
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La revista La Traca. Semanari pa la chent de tro reflejó una cultura alternativa a la
corriente mayoritaria de los medios de comunicación, siendo inmisericordes con
la corrupción. No en vano, la revista fue una de las poquísimas publicaciones en
caricaturizar la figura de Franco. La propaganda antifascista
se convirtió en el eje central del semanario una vez estalló la Guerra Civil
cuando, derivado de su éxito en Valencia, ya se editaba en castellano y
distribuía por todo el país. Hitler y Mussolini eran representados como
enemigos de la cultura y el progreso, siendo el 17 de marzo de 1937 cuando, por
primera vez y de manos del colaborador José María Carnicero, aparece la figura
de Franco, dibujado como homosexual –“el general invertido”-. Vestido de mujer,
suspirando por los bellos marroquíes o mirando de forma golosa a unos platanos
(la fruta), las viñetas no dejaban de producirse. Hasta el final.
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Fue ese coqueteo con los límites lo que cimentó su
leyenda, a base de reprimendas, eso sí. La Traca fue denunciada insistentemente a lo
largo de su existencia, no solo por cuestiones de carácter político, también
por su contenido sexual. De hecho, solo en 1913 tuvo tres denuncias
interpuestas por el fiscal por sus dibujos “pecaminosos”, que conllevaban una
sanción económica de entre 25 y 125 pesetas, además del secuestro de la tirada,
incluidos los clichés. Con una tirada de unos 12.000 ejemplares, lo que se
traducía en ingresos de 500 pesetas, las multas económicas no eran problema
para la revista, que se hizo para el pueblo usando su lenguaje y con un precio
más que asequible: una ‘aguileta’ (5 céntimos).
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Contra
la “frailocracia”
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Carceller explotó el erotismo en La Traca y muchas de sus otras publicaciones pues el editor
levantó un verdadero imperio con más de una decena de revistas y una compañía
que integraba 50 familias entre impresores, redactores, grabadores, dibujantes,
personal administrativo y demás. El Piropo, Bésame o Fi-Fi ahondaba en la fórmula, hasta donde podía, claro, pues nunca llegó a
hacerlo de forma explícita. En todo caso, su máximo representante fue El chorizo japonés, una revista catalogada como “eminentemente festiva, altamente
calentita y colosalmente chismosa” que pretendía publicar “las intimidades
íntimas de los artistas”. Con tiradas de 50.000 ejemplares, las denuncias
hicieron que dejara de existir tras cuatro números.
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Si su vertiente erótica le
valió un buen puñado de enemigos, no fueron tantos como con la anticlerical. Con Iglesia habían topado. La lucha por acabar contra la
“frailocracia”, término utilizado por su colaborador Luis de Tapia, no conocía
de sutilezas y era, aunque verbalmente, todo lo violenta que sus lápices
permitían. Las caricaturas de frailes y monjas eran constantes, algunas de
ellas de carácter erótico. Dos en uno. También usaron como arma en su batalla
los casos de pederastia, llegando a presentar en marzo de 1934 de forma casi
explícita el abuso de un sacerdote a un niño.
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Si bien el editor Vicente Miguel Carceller es
identificado como el alma de La Traca, su nacimiento fue de la
mano de Manuel Lluch Soler y Luis Cebrián Mezquita,
quienes inspirados por Constantí Llombart crearon la cabecera hasta que
Carceller tomara las riendas en 1909. El semanario fue heredero de una prensa
satírica que nació a principios del siglo XIX, un periodismo que vivió su
primera edad de oro entre 1868 y 1874. A pesar del tremendo éxito de la
publicación, el silencio franquista tuvo su efecto, enterrando su historia.
“¿Va de Fallas?”, preguntaron al vicerrector de Cultura e Igualdad cuando
anunció que preparaban una exposición sobre La Traca. Ahora Valencia se hace
mayor y recupera su pasado, una colección única para reconciliarse y revisitar
la socarronería que ha esculpido el carácter local.