Friday, January 08, 2016
¿Qué fue de ‘Charlie Hebdo’?
Un año después del atentado
que logró diezmar su redacción,Charlie
Hebdo ha dejado de
ser aquel pequeño semanario satírico de otra época, a ratos malquerido y algo
pasado de moda, para convertirse en un icono del combate por la libertad de
expresión y contra el fundamentalismo. Hace doce meses estuvo a punto de echar
el cierre, pero hoy nada en la abundancia, gracias a sus ventas millonarias y a
las generosas donaciones de las que ha sido beneficiario. Pese a todo, su
futuro sigue pareciendo incierto, a causa de las luchas intestinas por el
control de la revista y las dificultades para reinventar la publicación con un
nuevo equipo, sin contar con la carga psicológica derivada de los atentados de
enero de 2015.
Hace unos meses, el redactor
Patrick Pelloux, superviviente de la masacre, acudió a ver un documental sobre
François Cavanna, fundador del semanario en 1969. Salió del cine con una
convicción: “El diario consistía en una banda de tipos reunidos en un bar, que
bebían copas mientras dibujaban. Hemos perdido eso. Ahora, cuando uno se ríe en
la redacción, se siente culpable”. Poco después, Pelloux decidía abandonar la
revista. Lo mismo acababa de hacer un histórico del equipo, el dibujante Luz,
que firmó la portada del primer Charlie Hebdo publicado después
del atentado, aquel número especial “de los supervivientes” que logró
vender 7,5 millones de ejemplares alrededor del mundo. Pelloux
justificó su salida por la extenuación provocada por su tratamiento “a cargo de
tres psiquiatras distintos”. Luz se dijo harto de dibujar a Mahoma y apuntó a
“problemas de inspiración”.
Pero ambos obviaban otro tipo de
problemas, relativos a la batalla que se ha librado en el interior de la
revista en los últimos meses. Ya en marzo pasado, 15 miembros de la redacción
—entre ellos, Pelloux y Luz— firmaron una tribuna en Le
Monde donde
denunciaban el funcionamiento “opaco” de la revista y exigían que se
constituyera en una sociedad cooperativa, en la que los integrantes del equipo
se repartieran las acciones a partes iguales. “Rechazamos que un puñado de
individuos tome el control, ya sea total o parcial, con un menosprecio absoluto
por quienes lo fabrican y lo apoyan”, dijeron. En la actualidad, la revista es
propiedad del nuevo director, Riss (70%) y del director financiero, Éric
Portheault (30%). Supervivientes del atentado, ambos se niegan a crear esa
cooperativa, pero se han comprometido a reinvertir el total las ganancias de
este año en la propia revista.
El título de aquella violenta
tribuna sigue planeando sobre el futuro de la revista: “¿Cómo escapar al veneno
de los millones?”. A los beneficios registrados por sus impresionantes ventas,
que hoy se sitúan en unos 100.000 ejemplares semanales tras haber bordeado los
200.000 hasta el verano (antes de la tragedia, no eran más de 30.000), se les
suman 4,3 millones de euros procedentes de 36.000 donaciones particulares
llegadas de 84 países distintos, además de un millón de euros desbloqueado por
el Ministerio francés de Cultura. Además, Charlie Hebdo contaría hoy con unos 200.000
suscriptores. Antes del atentado no eran más de 10.000.
“En total, el diario sumaría entre
20 y 28 millones de euros”, estima Denis Robert, periodista de investigación
que destapó el caso Clearstream. Ahora
publica Mohicans, un volumen sobre el
pasado y el presente de Charlie Hebdo, en el que
examina cómo el ideal de sus fundadores ha terminado convertido “en marca
comercial”. “Pese a todo ese dinero, el futuro de Charlie
Hebdo sigue siendo
frágil. Sus responsables tienen que entender que ese dinero no les pertenece.
Deben crear una revista abierta y generosa, pero están haciendo lo contrario.
La dirección y el equipo no se dirigen la palabra. De seguir así, terminarán
por desaparecer”, opina Robert. Pese a sus reproches, el autor sigue comprando
la revista cada semana: “Más vale un malCharlie
Hebdo que ninguno”.
Por su parte, el cineasta Emmanuel
Leconte acaba de estrenar en Francia L’humour à mort, un
documental en el que los supervivientes explican cómo han sobrevivido al año
trascurrido desde aquel 7 de enero. “La gran manifestación ciudadana del 11 de
enero en defensa de la libertad de expresión les impulsó a seguir. Por primera
vez, se dieron cuenta de que no estaban solos. Pero luego vino el descenso a
los infiernos”, relata Leconte, aludiendo a quienes se negaron a proclamar
aquello de Je suis Charlie. “El Papa
Francisco dijo que la fe no podía ser objeto de burla, algunos
escritores del PEN Club se opusieron a concederles un premio y el demógrafo Emmanuel Todd firmó un
libro que trataba a sus defensores como católicos zombis. Para el equipo, el shockpostraumático
ha sido difícil de superar. Llevan muchos meses durmiendo mal, no tienen vida
propia y se sienten al borde del ataque de nervios”, afirma Leconte.
Este
miércoles ha llegado a los kioscos un número especial de 32 páginas y una
tirada de un millón de ejemplares, con dibujos de los ilustradores fallecidos,
como Charb, Honoré, Cabu, Wolinski o Tignous, y mensajes de apoyo de
personalidades como Juliette Binoche, Charlotte Gainsbourg, Isabelle Adjani o
la ministra de Cultura, Fleur Pellerin.
En su
editorial, Riss sostiene que el futuro de la revista no corre peligro. “Nunca
hemos tenido tantas ganas de romper la cara a los que soñaron con nuestra
desaparición”, escribe el director. “No serán unos capullos encapuchados los
que echen por tierra el trabajo de nuestras vidas y los momentos formidables
que vivimos con los que murieron. No serán ellos los que vean morir a Charlie. Es Charlie el que los verá morir”.
Además,
Francia dedicará esta semana varios homenajes a las víctimas. Tras conceder la
Legión de Honor de forma póstuma a los dibujantes y periodistas fallecidos,
distintas placas conmemorativas fueron destapadas este martes en varios puntos
de París. El próximo domingo, una ceremonia en su memoria ha sido convocada en
la Plaza de la República. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, plantará un
simbólico “árbol del recuerdo” en recuerdo de las víctimas.