Un hombre se va despojando de su ropa, de su teléfono móvil, de las llaves de su casa, su oficina y su auto, de su reloj, de su ordenador portátil, de su bolígrafo, y de su tarjeta de crédito, en la medida que va ascendiendo a la cima de una colina, desde la que, libre al fin, y bajo la sombra de un árbol, contempla, a sus pies, la ciudad sumida bajo una nube de contaminación…Con este dibujo que tituló “Libre” , Ángel Boligán obtuvo el Gran Premio del PortoCartoon World Festival, del año 2000, uno de los más prestigiosos eventos competitivos del humor gráfico, que organiza el Museu Nacional da Imprensa, de la ciudad portuguesa de Oporto.
Este es uno de la larga lista de reconocimientos internacionales, –un total de 120 entre menciones y premios, varios de ellos obtenidos en el World Press Cartoon- que ya cuenta en su currículo este imaginativo dibujante cubano-mexicano, que, nacido en 1965 en el pueblo de San Antonio de los Baños, reside en Ciudad México, labora como caricaturista editorial en el diario El Universal y preside la agencia Cartonclub (el Club de la Caricatura Latina).
Certámenes celebrados en países tan dispares como Bulgaria, Italia, Perú, Cuba, China, Turquía, Canadá, Colombia, Brasil, Estados Unidos, Portugal, Alemania, Irán, México y otros muchos, han admirado, aplaudido y premiado a este ingenioso artista.
Ángel Boligán es un caricaturista fuera de serie que con su amplia y diversa obra, que se caracteriza por un dibujo exquisito, un uso preciso del color, ausencia de texto, influencia del lenguaje cinematográfico, y una mirada universal, aborda temas tan candentes como la contaminación, la mercantilización de la sociedad, la religión, la corrupción política, el narcotráfico, la vida sedentaria, el hambre, la guerra, el abuso infantil, las nuevas tecnologías, la televisión basura, y otros múltiples aspectos, dada su condición de observador constante y agudo, de la sicología humana, de las contradicciones económicas y los conflictos sociales que existen en el universo.
Para Boligán, cada dibujo es un pretexto para que el lector sonría, pero también reflexione. Él es un representante sobresaliente del humor inteligente.
