Thursday, December 01, 2016
Bordallo Pinheiro y Castelao: padres y cumbres del humor gráfico galaico-portugués Por Felix Caballero Wangüemert
Raphael Bordallo Pinheiro (Lisboa, 1846-1905) y Alfonso Daniel Rodríguez
Castelao (Rianxo, A Coruña-Buenos Aires, Argentina, 1950) son los padres y las
cumbres del humor gráfico gallego-portugués. Ni Bordallo fue el primer
caricaturista de Portugal ni Castelao el primero de Galicia, pero, por la
calidad y la influencia de su obra, son considerados los verdaderos creadores –los
legítimos padres– del humor gráfico moderno en Portugal y Galicia,
respectivamente. Y todavía hoy, muchas décadas después de su muerte, y a pesar
de la existencia posterior de otros artistas a los que se les debe dar también
la categoría de maestros –Leal da Câmara, Stuart Carvalhais o João Abel Manta
en Portugal; Maside, Cebreiro, Atomé, Quesada, Siro o Xaquín Marín en Galicia–,
siguen estando catalogados como las cumbres del humor gráfico
gallego-portugués.
Raphael
Bordallo Pinheiro (escrito también Rafael Bordalo Pinheiro) revolucionará el
humor gráfico portugués con la fundación de cuatro sobresalientes publicaciones
periódicas. De 1875 data la primera, A Lanterna Mágica, con la que
el humor en prensa conquista la mayoría de edad en Portugal. Es ahí donde, el
12 de junio de 1875, crea a Zé Povinho, símbolo iconográfico del portugués como
pueblo, que pronto pasará a prototipo de la sátira caricatural portuguesa.
Tras el
cierre ese mismo año de A Lanterna Mágica, Bordallo emigra a
Brasil, aprovechando una oferta para trabajar en Río de Janeiro. A su regreso,
en 1879 crea O António Maria, cuyo nombre hace referencia a António
Maria Fontes Pereira de Mello, el hombre fuerte de la política de la época
(primer ministro de 1871 a 1886 durante tres mandatos interrumpidos) y uno de
los principales políticos portugueses de la segunda mitad del siglo XIX, al que
convertirá en la víctima favorita de sus caricaturas. Es en este periódico
donde publica como encarte entre 1880 y 1885 su célebre Álbum das
Glórias portuguesas.
O
António Maria desaparece en 1885 para reaparecer a los pocos meses con el título de Pontos
nos ii. En 1891 el Gobierno lo ilegaliza y Bordallo resucita O
António Maria (2ª época), que durará hasta 1898.
A
Paródia (1900-1906) es la última gran revista de Bordallo, que publica en
ella la serie zoomórfica que podemos considerar como su testamento artístico:
“A grande porca: a política”; “O grande can: as finanzas”; “A galinha cega: a
economia”; “O grande papagaio: a retórica parlamentária”; e “A grande
toupa: a reacção”. En la publicación colabora activamente Manuel Gustavo
Bordallo Pinheiro (1867-1920), hijo del maestro y uno de los raphaelistas más
destacables de su tiempo, eclipsado por su padre.
Bordallo
revolucionó también la industria de la cerámica, convirtiendo Caldas da Rainha
en la capital de la caricatura en barro a partir de 1884, cuando fue reclamado
como director artístico por su hermano Feliciano, impulsor de la fábrica.
En 1924,
veinte años después de su muerte, se inauguró en Lisboa el Museo Raphael
Bordallo Pinheiro, donde se puede admirar una sobresaliente selección de
caricaturas y cerámicas del artista portugués.
Alfonso
Daniel Rodríguez Castelao debuta en 1909 firmando la portada del primer número
de Vida Gallega. Luego fue director gráfico y administrativo del El
Barbero Municipal (Rianxo, 1910), pero será en los diarios, y en
concreto en los vigueses Galicia, Faro de Vigo y El
Pueblo Gallego, donde realizará lo mejor de su obra como dibujante de
humor. En el primero, en julio de 1923, nacen sus “Cousas da vida” –su trabajo
humorístico más reconocido–, que continuará de 1926 a 1933 en Faro de
Vigo. En 1931 publicó el álbum Nós –con dibujos realizados
entre 1916 y 1918–, considerado otra de sus obras cumbre..
Aunque
el gallego nació e inició su carrera cuarenta años después que el portugués,
entre uno y otro descubrimos una serie de interesantes paralelismos.
Los dos parten del estilo de su tiempo para crear una obra genial
Bordallo
y Castelao son hijos de su tiempo y, por lo tanto, parten de los estilos
imperantes en aquel momento, pero el genio que encierran les lleva pronto a
hacerlos suyos y trascenderlos, apuntando nuevos caminos.
Bordallo
practica la caricatura naturalista puesta de moda en Europa y América por
Honoré Daumier (Marsella, 1808-Valmondois, 1879) y otros caricaturistas
franceses en La Caricature (1830-1835) y Le Charivari (1832-1837),
fundadas ambas por Charles Phiippon (Lyon, 1800-París, 1862). Pero no cae en
las caricaturas “quisquillas” creadas por el francés André Gill (París,
1840-Saint Maurice, 1885) durante el Segundo Imperio, en las que la cabeza es
enorme y el cuerpo diminuto.
Castelao
practica la caricatura síntesis, de línea, de fuerte pegada modernista, puesta
de moda en toda Europa por la revista alemana Simplicissimus, en la
que colaboraron caricaturistas como el noruego Olaf Gulbransson (1873-1958) o
el germano George Grosz (1893-1959).
La
caricatura síntesis desplaza a la caricatura naturalista de la etapa anterior.
Ya no se trata de exagerar ningún rasgo, sino de escoger solo los esencialmente
expresivos, suprimiendo todos los demás. Como dijo el propio Castelao en su
conferencia Algo acerca de la caricatura(1911), “debe
copiarse la actitud y la expresión de un momento psicológico característico,
sus idiosincrasias si es posible; y todo ello con la menor cantidad de líneas,
las indispensables para que se comprenda la expresión, pues ya se sabe que no
la anatomía sino la fisiología del individuo (…) es lo que se retrata”.
La
síntesis expresiva de sus “Cousas da vida”, realizadas durante los años veinte
y primeros treinta del siglo pasado, deviene en realismo en los álbumes de la
Guerra. No son las ilustraciones compuestas a base de líneas sencillas, que
representaban los elementos esenciales de los personajes, sino unos dibujos en
los que predomina el sombreado, el claroscuro y las tonalidades negras. En la
serie “Os meus compañeiros”, realizada en Buenos Aires entre 1940 y 1941, el
artista alcanza la cumbre del realismo. El estilo de Castelao no siempre fue el
mismo y por eso, al referirnos a su obra, hablamos, según el momento, de
modernismo, arte japonés, expresionismo o realismo. En cualquier caso, fue un
artista autodidacta que no quiso hacer un arte vanguardista, sino que fuese
entendido y popular.
Los dos eran más irónicos que satíricos
Tanto
Bordallo Pinheiro como Castelao son más irónicos que satíricos, más críticos
que panfletistas. La sátira partidista y panfletaria de los caricaturistas anteriores
deja paso, con ellos, a un humor moralizante, que pone de manifiesto los vicios
de la sociedad para corregirlos.
El
historiador portugués Osvaldo Macedo de Sousa dice de Bordallo que “con
él nace el dibujo humorístico generalista, recusando la función de denunciador
de ridículos para ser un ‘orquestador de motivos risibles’. Prefiere la ironía
a la sátira, y aunque ahora opte por reírse con los criticados, en lugar de, no
deja de desear ser incómodo. Él definirá entonces el arte del humor como “el
mismo que clavar un clavo en el acabado nuevo de una casa, con la protesta de
las autoridades. Caricaturizar es destrozar ese acabado”.
Lo mismo
podemos decir de Castelao. Destrozar ese acabado o morder. En palabras del
propio humorista (Humorismo. Dibuxo humorístico. Caricatura, 1961): “Poida
que non sexan humorismo nin a sátira nin a ironía, mais, con todo, coido que
diante das mágoas da terra asoballada calquera humorista de boa cepa galega ten
de convertirse en satírico ou ironista […] o meu galeguismo estame sempre
dicindo á orella: ti, que podías rir, morde…”.
Por
supuesto que el caricaturista gallego es también satírico, pero, como señala
Carlos G. Reigosa, su ironía no se desprende nunca del sentimiento para caminar
sola. Su crítica puede ser despiadada, pero está siempre acompañada de una
inmensa ternura. Por eso, Siro dice que Castelao es esencialmente “un
humorista benévolo –un humorista puro–”, aunque una actitud moral lo lleve
ocasionalmente a utilizar el sarcasmo.
A los
dos podemos aplicar también la siguiente frase de Eça de Queiroz, buen amigo de
Bordallo: “La risa es una filosofía. Muchas veces la risa es una
salvación. Y en política constitucional, por lo menos es una opinión”.
En
cualquier caso, Bordallo es un caricaturista de políticos y artistas, con
nombres y apellidos; Castelao (que también dejó grandes caricaturas
personales), de caciques y labriegos anónimos.
Los dos crearon escuela
Ambos
crearon sendas escuelas que han llegado hasta nuestros días.
Puede
decirse que entre 1870 y 1910 el 90 por ciento de los caricaturistas
portugueses seguían la escuela de Bordallo y todavía hoy, 110 años después de
su muerte, hay humoristas gráficos raphaelistas en Portugal. Entre estos
seguidores destacan su contemporáneo Sebastião Sanhudo (Ponte de Lima,
1851-1901) –fundador de O Sorvete, el periódico satírico portugués
más longevo del siglo XIX–, su hijo Manuel Gustavo Bordallo Pinheiro o
Francisco Valença (Lisboa, 1882-1959), principal dibujante y director de Sempre
Fixe, la publicación humorística portuguesa más importante del siglo XX.
En
Galicia, antes de la Guerra Civil, entre 1910 y 1936, la práctica totalidad de
los caricaturistas estaban influenciados por Castelao, aunque tuvieran sus
particularidades.
La etapa
que va de enero de 1909 al 18 de julio de 1936 fue la época dorada del humor
gráfico gallego, aún no igualada hasta hoy. En un país con pocas publicaciones
y menos lectores, llegó a haber cerca de un centenar de humoristas que
publicaban viñetas en gallego –o bilingües, para causar más gracia o para
diferenciar la condición social o económica de los personajes: el labrador, el
pescador siempre hablan gallego; el señorito, el maestro, siempre castellano.
Algunos
de estos humoristas eran meros aficionados, pero en el más de los casos se
trata de artistas que se sintieron atraídos por la moda del momento, ya que era
infrecuente la publicación que no añadía en sus páginas algún mono o
caricatura. Salvo raros casos, la mayoría fueron seguidores e imitadores de la
obra de Castelao. Algunos de estos artistas llegarían a estar entre los grandes
renovadores de la pintura gallega en el siglo XX: Maside, Torres, Seoane,
Laxeiro… Prácticamente no hubo un artista plástico gallego que no hiciera humor
gráfico en algún momento de su vida: Colmeiro, Granell o Asorey también lo
hicieron.
Entre este centenar de humoristas
podemos destacar a Carlos Maside, Álvaro Cebreiro, Manuel Torres, Ignacio
Vidales Tomé, Eduardo Padín, Prada, Federico Ribas, Cándido Fernández Mazas,
Julio Prieto Nespereira, Ramos, Ventura Requejo, Manolo Romano...
Tras la
Guerra Civil, y a pesar de que Castelao estuvo proscrito y de que sus “Cousas
da vida” no se editaron prácticamente hasta 1971, el espíritu del rianxeiro
permanece vivo en autores como Atomé, cuyas viñetas muestran la misma
preocupación amorosa por el campesino, o Xesús Conde, que se declaraba “el
último discípulo de Castelao”.
Todavía
en en los años 70 del pasado siglo Siro fue llamado el nuevo Castelao, aunque,
como él mismo dice, sus dibujos se parecen “como un huevo a una castaña".
Pero sí es cierto que Siro cimentó su estilo en el estudio del rianxeiro. Y, de
otro modo, la síntesis expresiva de Castelao está también en Xaquín Marín o
Pepe Carreiro.
Los dos acertaron a encarnar al pueblo en sus caricaturas
Ambos
supieron encarnar a su pueblo en sus caricaturas: Bordallo, en Zé Povinho, el
personaje que creó en A Lanterna Mágica en 1875, y Castelao,
en cualquiera de sus paisanos (hombres, mujeres, viejos, niños), que expresan
la esencia de los gallegos con hondura y verdad.
Zé
Povinho, el mayor acontecimiento de toda la ilustración satírica portuguesa,
apareció por primera vez el 12 de junio de 1875 en el número 5 de la A
Lanterna Mágica y en seguida se convirtió en símbolo de Portugal, como
el John Bull inglés, el Tío Sam estadounidense o la Marianne francesa. Pero,
por primera vez y casi única en el mundo, Portugal no crea un símbolo
iconográfico del país, sino del pueblo. Los otros símbolos son iconos de
orgullo nacional, mientras que este es más bien de vergüenza. Según Macedo de
Sousa: “No es un icono de orgullo nacionalista, sino una grotesca
síntesis del pueblo. Es la imagen del rústico que se mantiene pasivamente
indolente delante de las triquiñuelas de los gobernantes, delante de la
expoliación de sus pertenencias y derechos, que se mantiene indiferente al
progreso”.
Con el
tiempo, de icono del pueblo pasará a prototipo de la sátira caricatural
portuguesa. Ha sido reelaborado por muchos otros humoristas a lo largo de la
historia, con una presencia recurrente. Todavía hoy podemos encontrarlo en la
prensa.
A partir
del último cuarto del siglo XIX tomó forma tridimensional con la popularización
de la cerámica de la fábrica de Caldas da Rainha.
A pesar
de la antigüedad y del extraordinario éxito del Zé Povinho de Bordallo
Pinheiro, el humor gráfico portugués no ha sido muy dado a generar héroes. La
excepción fueron Quim y Manecas, de Stuart Carvalhais –nacidos el 21 de enero
de 1915 en el número 898 de O Século Cómico–, pero no era un
cartoon político, sino infantil. El mayor héroe del humor gráfico portugués
desde Zé Povinho ha sido el Guarda Ricardo, creado por Sam (1924-1993) en Notícias
de Amadoraen 1971, casi cien años después que el personaje de Bordallo,
pero murió con su creador. “La duda sistemática del Guarda Ricardo y del Chefe
[su antagonista] marcó, en ironía, las dudas de la transición marcelista, y
después de la democracia. Hoy su revisión es un retrato psicológico de la
sociedad a lo largo de estos años” (Macedo de Sousa).
Castelao
hizo de los problemas de sus paisanos campesinos y marineros el centro de su
obra: la injusticia, la emigración, el caciquismo, el régimen foral, la
miseria, las costumbres, las creencias, la forma de ser... Como dice Siro,
tantos sus dibujos como los textos que los acompañan están sacados del propio
pueblo, rezuman una asombrosa autenticidad gallega. Sus estampas “admírannos
polo extraordinario dominio que demuestra ó apreixar nunhas poucas liñas
tódolos rostros posibles de homes, mulleres e nenos do país. Cando Castelao
deseña o rostro enxoito e cheo de enrugas do vello labrego temos ante nós un
labrego que se nos amosa familiar, coma alguén que coñecemos un día non sabemos
cando. E outro tanto
podemos dicir do mariñeiro, do cacique, do cego, do crego, do emigrante ou do
vello que pide esmola”.
Los dos dejaron un testamento artístico
Aunque
especialmente conocidos por los periódicos A Lanterna Mágica o O
António Maria (Bordallo) y la serie “Cousas da vida” o el álbum Nós (Castelao),
los dos caricaturistas dejarán lo que podemos calificar de su testamento
artístico en algunas obras maestras posteriores.
Bordallo,
la serie zoomórfica que publicó en A Paródia en 1900: “A gran
porca: a política”; “O gran can: as finanças”; “A galinha cega: a economia”; “O
grande papagaio: a retórica parlamentar”; y “A grande toupeira: a reacção”.
Podemos considerarla como la síntesis satírica de la visión política de toda
una vida.
Castelao,
los tres álbumes sobre la Guerra Civil: Galicia mártir (1937).Atila
en Galicia (1937) e Milicianos (1938). Los dos
primeros muestran, con gran crudeza, la represión ejercida por el bando
nacional. El tercero rinde homenaje a los combatientes que defendieron la
República. Son, en total, treinta y una obras que fueron expuestos en la Unión
Soviética, en los EEUU o en Cuba, pues sirvieron como propaganda política de la
República.
Los dos colaboraron en la prensa de Madrid
Tanto
Bordallo Pinheiro como Castelao colaboraron en la prensa de Madrid, incluso en
un mismo periódico, La Ilustración Española y Americana, claro que
uno muchos años antes que el otro.
Bordallo
dibujó para El Mundo Cómico (1873), La Ilustración
Española y Americana, La Ilustración de Madrid y El
Bazar. Su internacionalización no se circunscribió solo a España, sino que
llegó también a Francia (L’Unives Illustré) e Inglaterra, donde colaboró
en The Illustrated London Almanacy y The Illustrated
London News. Para este último periódico cubrió como reportero gráfico
(ilustrador) la III Guerra Carlista en 1873, para lo que viajó a España junto
al redactor William Ingram. Bordallo llegó a declinar la invitación de ser
ilustrador residente de la revista.
Castelao
colaboró en el diario El Sol –el periódico de mayor prestigio
y tirada en España– desde febrero de 1918 hasta junio de 1922. Igual que
Bordallo con The Illustrated London News, rechazó el trabajo fijo
en la redacción que le ofrecieron. En el diario madrileño coincidió con el
catalán Bagaría, que le consideraba el mejor dibujante español de la época. En El
Sol colaborarían también los gallegos Maside, Cebreiro e Torres, en la
sección “Los maestros de la historieta”, incluso con viñetas en lengua gallega.
Otras publicaciones madrileñas en las que colaboró Castelao fueron El
Liberal (1912), El Gran Bufón (1913), El
Parlamentario (1914), La Ilustración Española y Americana (1915), La
Esfera (1918).
Era la
primera vez que los humoristas gallegos eran reclamados por la prensa de
Madrid. Después de la Guerra Civil, a partir de los años 50, también
colaborarán en ella Julio Cebrián y Alfonso Abelenda (Don José, La Codorniz,
El Alcázar en el caso de Cebrián…), pero estaban afincados en Madrid,
y más tarde, desde finales de los 60, Quesada (La Codorniz, Arriba, Pueblo…)
y Xaquín Marín (Hemano Lobo, La Codorniz…), estos últimos sin dejar de
vivir en Galicia.
Los dos emigraron
Los dos
vivieron la experiencia de la emigración, aunque que de un modo muy diferente:
mientras que en el caso de Bordallo fue temporal y escogida (pasó cuatro años
en Brasil trabajando en la prensa después del éxito alcanzado en Portugal con A
Lanterna Mágica), la de Castelao en Argentina –donde ya había vivido con
sus padres durante su infancia– fue forzosa e indefinida por la Guerra Civil y
la dictadura en España.
Tras el
éxito conseguido con A Lanterna Mágica, el dibujante portugués fue invitado a
viajar a Brasil para trabajar O Mosquito, de Río de Janeiro. A
finales de 1878, la redacción de O Besouro, el periódico
fundado por Bordallo Pinheiro en Brasil tras el cierre abrupto de O
Mosquito, fue asaltada por el populacho, pagado para el efecto y protegido
por la policía. El propio caricaturista sufrió, además, dos atentados de
sicarios enviados por enemigos que habían sido víctimas de su humor. Bordallo
resolvió cerrar la publicación y volver a Portugal en marzo de 1879.
Castelao
pasó parte de su infancia y adolescencia en Argentina. A los nueve años marchó
allí con su madre para reunirse con su padre, que había emigrado solo antes. La
familia vivió en La Pampa, donde Castelao descubrió el humor gráfico a través
de Caras y Caretas, la publicación en la que trabajaba el lucense
Xosé María Cao. En Argentina pasaría cinco años (1895-1900), antes de volver a
Galicia para estudiar bachillerato y Medicina en Santiago de Compostela. Muchos
años después, en 1938, debido a la Guerra Civil y la dictadura de Franco, tuvo
que partir para el exilio, primero en los EEUU y Cuba, y luego, a partir de
1940, en Argentina (Buenos Aires), donde vivió hasta su muerte en 1950.
Los dos tuvieron relación con el teatro
El
teatro fue la primera vocación de Bordallo Pinheiro, que con catorce años ya
trabajó como decorador de sala, escenógrafo y actor en el Teatro Garrett de
Lisboa, antes de inscribirse en la Escuela Dramática del Conservatorio de la
capital portuguesa, que abandonará. En 1973 y 1974 realizó sendas series de
litografías con caricaturas de los principales actores portugueses de la época
(João Anastácio Rosa, João Rosa, Francisco Taborda, António Pedro, José Carlos
dos Santos…). El teatro estará siempre presente en sus periódicos. Así como fue
un cronista de la sociedad lisboeta, fue también un reportero de la vida del
Teatro de São Carlos, destacando los estrenos, comentando las vicisitudes
empresariales, caricaturizando a los grandes ídolos que por ahí pasaron o
usando las grandes óperas para parodiar la política nacional.
Castelao
fue un revolucionario del teatro gallego: al inicio de su exilio, escribió en
Nueva York Os vellos non deben de namorarse, pero también diseñó
los escenarios, el vestuario y las máscaras de los actores, además de dirigirla
en su estreno, en Buenos Aires en 1941. Antes, en 1931 había hecho, a
petición de Valle Inclán, los decorados y figurines para su obra Divinas
Palabras, obteniendo un gran éxito en Madrid.