Sunday, August 16, 2009

EL MAESTRO CALARCÁ EN LA PATRIA DE MANIZALES por Carlos Alberto Villegas in La Patria 9 de agosto 2009

La síntesis y la vocación de ruptura en la obra de Calarcá
Cincuenta años de caricatografía política de la más férrea oposición. La calidad de su obra, la vocación de ruptura y la permanente reinvención de su trabajo. Nunca un artista que disfruta del anonimato ha sido tan reconocido ni tan querido. Síntesis.
Carlos Alberto Villegas* - Papel Salmón

Nacido en Armenia, capital del Quindío, corazón verde de Colombia y con el apelativo del rebelde y orgulloso cacique pijao por seudónimo; Arlés Herrera, Calarcá , es el más importante cultor de la fisonomía caricatográfica en Colombia.
Y no porque la historia del arte colombiano no registre nombres tan representativos como los de Jorge Franklin, renovador por excelencia; Ricardo Rendón, figura paradigmática; Ómar Rayo artista que inició su carrera en las artes plásticas cultivando el género de la caricatura gráfica (caricatografía)- o Ismael Roldan quien desde Estados Unidos pone en alto la bandera colombiana. Ni porque no existan trabajos significativos de figuras como Harold Ortiz – Tayrona- o Jorge Restrepo Hernández entre la miríada de jóvenes colombianos que empujan con propiedad. No. Su importancia radica en que, ninguno como él tiene una presencia integral en el arte de la caricatura desde las primeras décadas del Siglo XX y principios del XXI.
Oposición, calidad, reinvención
Los cincuenta años de caricatografía política de la más férrea oposición a un Estado de Derecha cada vez más consolidado o la dirección de las cuatro versiones del Festival Latinoamericano de Humor Gráfico (1987-1990), le valdrían para conquistar un escaño en la historia de la caricatura colombiana. Sin embargo, hay motivos más poderosos.
La calidad de su obra, la vocación de ruptura y la permanente reinvención de su trabajo, son otros de los argumentos que lo consagran. Acompañado de la complicidad de los integrantes del Taller de Humor y El Cartel del Humor , impulsó la fisonomía caricatográfica en el Pabellón del Humor de la Feria Internacional de Bogotá y les enseñó a los colombianos de finales del siglo XX, a mirarse en el espejo cómico. Con este aporte colectivo, que involucró decididamente al otro significante , la fisonomía caricatográfica dejó de ser un motivo de burla por parte del oficiante, para convertirse en motivo de gozo para la persona caricatografiada.
Calarcá es un artista que se reinventa cotidianamente y que siempre tiene un horizonte por alcanzar. Sus incursiones en la caricatura tridimensional ( caricatopía ) le valió que Cuba le concediera el primer premio, por la fisonomía en bronce del poeta cubano Nicolás Guillen; uno de los muchos premios cosechados en su dilatada trayectoria. Desde la exposición Veintitrés Ilustradores Colombianos (1991), hasta la actual exposición de Rastreando Rostros (2009) , se aprecia una voluntad de evolución que varía del manejo formal de la figura caricatográfica a una obra que encuentra en el color festivo, en la síntesis y en el material plástico la riqueza de su nuevo fruto. Y en todo este recorrido, la ruptura con los formatos y la transformación de la mirada, para retar a sus colegas a arriesgar, pero también para retarse a la propia superación.
Maestro de maestros
Pero quizás, el motivo de mayor trascendencia es su condición de Maestro de Maestros. Para no ir lejos, quienes integran esta versión de Rastreando Rostros han abrevado en su saber. También centenares de colombianos han apropiado sus enseñanzas; bien en los 20 años de docencia en la Escuela Nacional de Caricatura que fundaran en Bogotá los caricatógrafos Jairo Álvarez y Diego Toro, en compañía del gestor cultural Mario García; bien en el Taller2 , la nueva aventura misionera de Mario García en el Quindío, o a través de los miles de talleres–relámpago en los diversos festivales, concursos y eventos a los que lo invitan. A lo largo y ancho de la geografía nacional, Calarcá ha enseñado, con generosidad de verdadero maestro, los rudimentos del arte de rastrear el rostro humano con voluntad humorística.
Y a pesar de su grandeza y su presencia efectiva, Calarcá sigue siendo un artista que no goza del reconocimiento mediático. Tal vez, porque a diferencia de otros, su concepción de sencillez le impide pasearse como vedette en las frívolas pasarelas capitalinas; pero, con mayor seguridad, porque sus inquebrantables principios ideológicos le motivan a militar en la izquierda colombiana y a publicar en el semanario Voz ; opositor por excelencia en el obsecuente País del Sagrado Corazón (representado ahora por el logosímbolo de Colombia es pasión ) ¡Que Alá nos proteja aunque Balaguer nos presida y Jorge nos destripe!
Honores e invitaciones
No obstante el ninguneo oficial y mediático, que es igual aunque independiente, la trayectoria de Calarcá tiene un reconocimiento alternativo y es admirado tanto en su propio país como en el exterior.
El Festival de Historieta de México le tributó un homenaje como Invitado de Honor; La Pluma Sonriente hizo otro tanto desde Costa Rica; Cuba lo ha invitado en diversas oportunidades como jurado de sus concursos; los franceses lo convocaron, en compañía de Vladdo y Rabanal, al Festival de Humor Gráfico que lidera Dominique Hervé, y España lo enalteció con una exposición en Alcalá de Henares. En esta tierra se realiza uno de los festivales más consolidados del mundo del Humor Gráfico y se ofrece el mayor de los galardones a los caricaturistas: El premio Quevedos, equivalente al premio Cervantes en Literatura.
Nada distinto pasa en los circuitos alternativos y librepensadores en Colombia. En el Valle del Cauca, el Salón de Historietas y caricaturas Calicomix , le otorgó, en reconocimiento a su trayectoria, el premio en Caricatura Política (1995). La Gobernación del Quindío lo incluyó en la Antología A punta de Lápiz, el Quindío en la caricatura colombiana y le entregó el Retablo Quimbaya, Maestro de Maestros (2000). En Antioquia, el Consejo de Rionegro, en pleno, le reconoció su condición de Caricaturista Ilustre y la Universidad Católica de Oriente exaltó su labor pedagógica (2002) . En Boyacá, la Asociación de Artes Plásticas , enalteció públicamente su labor de artista de la caricatura (2003). Y así, la gratitud se desgrana por el territorio en una sinfonía de pueblos, asociaciones sociales, sindicales, campesinas y estudiantiles innumerables. Sin embargo él, desde su sencillez, comenta:
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El premio más bello que he recibido, sin demeritar otros, fue el que recibí cuando al terminar un taller con niños abandonados, un chico de uno diez años, más o menos, me dijo:
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–Espéreme profe–
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Salió y al regresar me entregó en una bolsa de papel dos panes de 10 pesos, diciéndome:
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– Gracias por enseñarme a hacer caricaturas
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Aún guardo las harinas de esos dos panes que encierran todo el amor del mundo de manos de un niño.
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Nunca un artista que disfruta del anonimato ha sido tan reconocido ni tan querido. En la XX Conferencia de Investigadores sobre el Humor, realizada en Universidad de Alcalá de Henares, en 2008, Jesús Zulet, caricaturista gráfico de El Correo , compartía una anécdota al respecto. Cuando Calarcá realizó la exposición y caminaban con él por las calles alcalaínas; en cada cuadra alguien lo paraba para saludarlo. Zulet remataba la anécdota con la exclamación: “Jo, a ese tío lo conocían en Alcalá más que a cualquiera de nosotros”.
Menos elementos, mayor información
En esta oportunidad, Calarcá regresa a la fisonomía caricatográfica con su fuerte voluntad renovadora. En anteriores exposiciones había abandonado los pequeños formatos del oficio cotidiano, para aplicar los conocimientos académicos adquiridos en la Universidad Patricio Lumumba a la exigencia de la acuarela en tamaño pliego. Ya había buceado con propiedad en la caracterización y el diseño como notas características de sus pasadas exposiciones. En esta oportunidad es la síntesis la que anima la nueva incursión.
¿Cual es la esencia del gato que no implique pintar sus bigotes?
¿Cuál la aicidad de las aes?
Pareciera preguntarse en cada personaje abordado. Y los va despojando de sus rasgos superfluos para brindar, con el menor número de elementos posibles la mayor información sobre el carácter psicológico, estético y sociológico que los quintaesencia. Proceso formal de diseño y caracterización a través del predominio de la síntesis : recarga, exageración de lo esencial. No en vano enseña en sus talleres que la fisonomía caricatográfica es el resultado de una mirada tendenciosa del rostro humano y del espíritu que el cuerpo alberga.
El extremo de la síntesis se aprecia en “Dioselina Tibana”, personaje que creara Jaime Garzón. A través de ella nos sugiere que en los tiempos aciagos del “Doptor Gordito”: para lo que había que ver, con un ojo bastaba. Claro, un ojo picaresco y picante, como muchos de los cocinaos que se hacían en Palacio.
¿Quien no sonreiría con la síntesis de Groucho Marx, ese rostro de tabaco que fuma y al que los ojos le bailan de felicidad?
¿Cómo no descubrir el revés de la seriedad en la figura parnasiana de un Borges festivo? De esta forma subraya la risa como correlato profundo de sus escritos y sus asombros más íntimos. Quienes hayan reído con Pierre Menard, autor del Quijote , o con La secta del fénix y su referencia velada a la felicidad manual, sabrán de qué hablamos.
¿Quién, medianamente informado no reconocería en ese Quevedo sin cuerpo ni rostro, el espíritu socarrón y pendenciero que le compelía a la caricatura escrita ( caricalomía ) y a los duelos esquineros?
Como su colega Quevedo (ambos caricaturistas, sin duda), el maestro Calarcá sabe que, en este especial coto de caza, es preciso recargar tanto las formas que la naturaleza dibuja en el rostro y en el cuerpo humano, como en los contextos en que esas formas se mueven. Por eso, Cortázar es acentuado por los libros que escribiera el cronopio mayor; Ronaldiño por el balón que patea cotidianamente y Dalí por las paletas que se vuelven tan blandas como sus relojes. Nótese cómo en su Quevedo , la pluma ( calamus ) es el eje articulador de una síntesis fisonómica que se apoya en los libros para dejarnos en la retina una abstracción de la gorguera y el volumen de su cuerpo. Y debe apreciarse también que enfatiza los quevedos como el rasgo físico circunstancial que precisa al caricalomista madrileño.
La síntesis, la capacidad de transmitir la mayor información con el menor número de elementos, es, pues, el predominio, el horizonte de mirada de esta nueva expedición de Calarcá como rastreador de rostros.
*Artista, escritor y gestor cultural.
(Ilustracion: Quevedos por Calarcá. Donde la pluma es el eje articulador de una síntesis fisonómica que se apoya en los libros para dejar en la retina una abstracción de la gorguera y el volumen de su cuerpo.
CARLOS ALBERTO VILLEGAS URIBE
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